Porque conecta el momento presente con el instrumento inmediato del que dispongamos para crear y expresarnos. Todo y sólo, según ese momento preciso, sea cual sea, en el que estamos, que tenemos, como somos.
Porque ayuda a vivir la experiencia del aquí y ahora según la respuesta espontánea, sin disfraces ni arquetipos aprendidos, o con ellos, pero trascendidos, más allá de la estructura conocida. Desde la escucha consciente (la mente activa, el consciente vestido, que observa fielmente y permite mantener esta conexión) hacia nuestro consciente espontáneo y el yo no consciente (el que siempre está, el que todo lo recuerda, el que sabe la respuesta cuando al intelecto se le olvida o a la imaginación se le acaba la inventiva)
Porque nos instala en un diálogo con nuestro interior que nos hace relacionarnos con más facilidad, espontáneamente con el exterior. Por tanto, hace más fluido el acto comunicativo, expresivo y creativo.
Y porque al practicar katsugen, yuki y gyoki se te quedan las maneras, y en la vida artística es necesaria la escucha, el saber distinguir las partes y comprender su indivisible interrelación en fluidez.